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Una muerte anunciada…

El día en que lo iban a matar
Santiago Nasar se levantó
a las cinco y media de la mañana
había soñado con un bosque idóneo
pero al despertar estaba todo inundado
de lo que los pájaros ya no querían
no hubo nadie que parara la muerte
de un inocente que por un momento soñó
tampoco hay nadie en este mundo
que evitará que un día me muera:
podrán regalarme algunos días o meses de vida
pero jamás lograrán que un día las lombrices no me coman
porque lo único seguro en este mundo
son la muerte y los imprevistos
aunque en mi cabeza agusanada
nadie podrá borrar tu sonrisa
porque ni las lombrices podrán carcomer
aquello que jamás podrá perecer.